Narración, descripción y
comparación
El
cómic es consiste en la narración de una historia a
través de una sucesión de ilustraciones que se completan con un texto escrito
aunque también hay historietas mudas, es decir, sin texto.
Tío Conejo,
Tío tigre y el Ventarrón
Un
día Tío Conejo iba muy apuradito hacia su nueva cueva, cuando vio su conocido
enemigo Tío Tigre, que venía por el camino.
Tío
conejo pensó que era una buena ocasión para jugarle una broma a Tío Tigre, y
desquitarse así de las maldades que éste le había hecho últimamente.
Con
toda rapidez, Tío conejo se puso a cortar bejucos. Era tanto el empeño con que
lo hacía, que Tío Tigre sintió gran curiosidad por saber que sería todo
aquello, y le preguntó:
-¿Qué
hace, Tío Conejo, o es que se está volviendo loco?
-Loco
no, Tío Tigre. ¿Es que usted no sabe lo que va a pasar esta tarde?
-No,
Tío Conejo, dígame qué es.
-Bueno,
se lo voy a decir mientras trabajo, pues no se puede perder tiempo. Estos
bejucos, que usted ve aquí, me los encargo tío burro para amarrarse.
-¿Y
para que se va a amarrar tío burro con esos bejucos?
-Pues
le diré, Tío Tigre. Usted no sabe lo que nos espera. Esta tarde, cuando se meta
el son, va a venir un ventarrón fuerte que se llevara a todos los animales y
dejará solamente los chiquitos.
Será
más bien que se llevará a los chiquitos y dejará a los grandes- le atajó tío
tigre.
-No
señor, es como le estoy diciendo. A todos los animales como usted se los
llevará, y los chiquiticos nos podremos meter en el hueco de un palo o una
cueva, y nos salvaremos. Por eso tío burro, que es grande, me encargó estos
bejucos para el amarrarse.
Tío
Tigre se puso muy asustado y, temblando, le dijo a Tío Conejo:
-¿Y
qué haré yo que soy de los grandes? ¡Amárrame, Tío Conejo!
-¡Caramba!
Yo quisiera ayudarlo le contestó Tío Conejo-, pero es que ya es tarde y tengo
que irme ligerito a llevarle estos bejucos a Tío Burro y salir corriendo,
entonces, a buscar dónde esconderme.
-¡Por
favor, tío conejo, por lo que más quiera, pienso que hemos sido siempre amigos!
Tío
Conejo hizo como que pensaba y, por fin, le dijo a Tío Tigre:
-Bueno,
pues, lo voy a amarrar. Pero apúrese, arrímese a esa mata póngase bien
pegadito.
Y
empezó a amarrarlo a los bejucos, poniéndolos bien apretados, como para que no
se soltara más nunca. Cuando terminó, le dijo:
-Bueno,
pues, Tío Tigre, hasta mañana. Ahora si no se lo va a llevar el ventarrón.
Y
Tío Conejo se fue corriendo por aquel monte.
Después
Tío Tigre logró que lo soltaran unos viajeros que pasaron por el camino y se
condolieron de sus gritos de auxilio, pasó mucho tiempo sin volver a ver a Tío
Conejo.
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